Este barranco no fue tan exigente físicamente como el de ayer, pero ciertamente tenía su encanto: después de una ida en barco cortita, que nos dejó en una playa de cantos rodados graníticos, comenzó una aproximación con una buena cuesta arriba, pero unas vistas inmejorables de esta parte de la isla (totalmente deshabitada).
El barranco es corto en distancia horizontal, pero tiene unas paredes verticales impresionantes que se superan con varios fraccionamientos. La reseña era un tanto extraña y nos hizo meternos en un pequeño embolao del que salimos airosos sin demasiados problemas y gracias al buen hacer del resto del equipo.
La salida fue directa al mar donde nos recogieron con una barca para llevarnos a la playa donde habíamos aparcado.